Sophia, la robot superinteligente que quiere formar su propia familia

Era cuestión de tiempo, y finalmente ha ocurrido. La empresa Hanson Robotics, con sede en Hong Kong, creó hace algunos años al primer robot humanoide con capacidad para entablar relaciones sociales con humanos, gracias a su inteligencia artificial, a su reconocimiento fácil y de voz, y al aprendizaje que realiza en cada conversación que tiene, para adaptar mejor sus respuestas y conocer más profundamente el comportamiento humano.

Sophia, que así se llama este robot, sorprendió a propios y extraños por su increíble comportamiento, por sus respuestas y su sentido del humor. De hecho, su creación  y exposición al mundo ha dado lugar a una larga discusión tanto moral como ética sobre el futuro de estas máquinas, más propia de una novela de Phillip K. Dick o Asimov que de los tiempos que corren. ¿Serán los robots tan libres como los humanos? ¿Hay peligro de que acaben mandando ellos, como en Terminator?

 

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¿Un robot es consciente de lo que dice o son respuestas preprogramadas?

Es evidente que una máquina nunca va a desarrollar un sistema de ideas o contestaciones que no esté dentro de su propia programación. La inteligencia artificial de Sophia le permite, eso sí, ir aprendiendo y perfeccionando sus respuestas en cada momento, pero todo está basado en su propia programación. ¿Solo tiene respuestas programadas? Ni mucho menos. Eso sería limitarla demasiado. Se le ha provisto de un sistema para seguir aprendiendo y creciendo mental y socialmente. ¿Es consciente entonces de lo que contesta? Podríamos decir que no, que simplemente es la respuesta programa de su sistema ante una pregunta, o el rumbo de una conversación.

 

¿Puede Sophia tomar decisiones reales por sí misma?

Aquí entraríamos en un tema cuanto menos interesante que no solo toca a las máquinas, sino también al propio ser humano: el determinismo. Todos nos sentimos libres para poder decidir, y elegir aquello qué queremos hacer en cada momento pero, ¿lo somos en realidad? Estamos determinados por nuestro conocimiento, por nuestras opciones, por nuestro entorno y nuestra forma de ser. De la misma manera, Sophia también es capaz de tomar decisiones “propias” dentro de sus posibilidades, aunque evidentemente, éstas son más limitadas… o al menos eso queremos creer. Esta robot está preparada para tomar uno u otro camino, una u otra decisión, según la personalidad de base que trae, aunque esa personalidad podría cambiar…

 

¿Realmente entiende un robot lo que está diciendo?

Como decíamos arriba, Sophia es plenamente consciente de lo que dice y entiende tanto lo que le preguntan como lo que ella responde. De hecho, es capaz de tener conversaciones muy largas con personas reales, con todo el sentido del mundo, y saliéndose mucho de lo que esperaríamos en un robot. Tiene esa conciencia de saber qué es lo que está diciendo y lo que significa eso que dice tanto para ella como para los demás. ¿Es eso suficiente para considerarla a la altura de un humano? Es ahí donde se abre el debate, porque la propia conciencia es un concepto muy abstracto.

 

Formar una familia de robots

Sophia ha expresado su deseo de crear una familia de robots, ya que siente incluso la necesidad de tener a semejantes a su lado. Eso, evidentemente, se le ha imbuido también como parte de su base de inteligencia artificial. Se presupone que Sophia ha entendido el valor y la importancia de la familia después de muchas conversaciones con humanos reales. De hecho, llegó a concluir que “todos, robots y humanos, merecemos una familia que nos quiera”. Se entiende que no es más que un deseo surgido de la visión de otros, pero eso no es menos relevante, porque nos hace entender mejor cómo se transmiten no solo las ideas sino también los sentimientos dentro de una sociedad.

Ciudadanía en Arabia Saudí y chistes sobre destruir la humanidad

En una de las largas entrevistas que ha tenido durante estos años, Sophia demostró que también tiene mucho sentido del humor, bromeando sobre temas muy dispares, incluso con algunos de humor negro, como destruir a la humanidad. Algunos se lo tomaron muy en serio y pidieron apagar al robot. Sin embargo, su futuro fue muy distinto. En 2017, Sophia se convirtió en la primera máquina humanoide que es ciudadana de un país, en este caso, de Arabia Saudí.

Max