Plagas de langostas, ¿qué hacer en estos casos?
La Biblia, en el Antiguo Testamento, cuenta como Moisés intentó liberar al pueblo judío de la esclavitud a la que le tenía sometido el Faraón de Egipto, y al no conseguirlo “por las buenas”, tuvo que pedirle ayuda a Yahveh, quien envió varias plagas para demostrar su ira contra el gobernante egipcio. La octava de ellas fue una de las más devastadoras y peligrosas, y arrastró, con el viento, a millones de pequeños insectos, las langostas, que acabaron con buena parte de las cosechas del Faraón. Finalmente, éste entendió que estaba cometiendo un error y dejó en libertad al pueblo judío, que sin embargo tendría que vagar todavía 40 años por el desierto hasta llegar a la Tierra Prometida, lo que hoy conocemos como Israel. Es una de las historias bíblicas más conocidas, pero no está tan lejos de hacerse realidad.
Y es que en muchas ocasiones, las plagas de langostas se han convertido en un problema bastante complejo y desde luego muy real en muchas zonas del mundo, especialmente en África, donde hay gran abundancia de estos insectos, así como en la península arábiga. El clima favorito de estos insectos es el cálido, y se sienten cómodas en los desiertos. Esto hace que en muchas ocasiones migren de un sitio a otro, buscando el mejor lugar para pasar los meses más fríos. Esa es la verdadera explicación de esas plagas, que lejos de ser un mensaje divino, son simplemente un movimiento migratorio como cualquier otro, solo que mucho más masivo y en muchas ocasiones peligroso, ya que estos insectos pueden desatar el caos en las cosechas, los campos e incluso las ciudades, si su número crece demasiado.