Sexo con amor o solo por placer, qué dice la ciencia

Sexo y amor son dos palabras que se suelen repetir mucho en nuestra sociedad. En artículos, en novelas, en canciones, en películas. Para muchos, son cosas muy diferentes, aunque pueden ir de la mano, claro está. El amor es lo que mueve el mundo, según nos han contado siempre. Lo que hace que nos levantemos cada día con expectativas de futuro, con ganas de ser mejores. Pero el amor no siempre es correspondido, y entonces pasa de ser algo hermoso a un problema, una especie de rosa con espinas tremendamente afiladas que puede hacernos mucho daño. El amor duele, por muy buenas que sean las intenciones de una pareja, porque nos vuelve ilógicos. El amor, que existe de verdad aunque muchos lo nieguen, puede convertirse en el centro de nuestra vida… pero también podemos evitarlo, si aprendemos a no dejarnos llevar por esos impulsos. Es el sueño de muchos, no salir heridos, pero seguir disfrutando del sexo.

Y es que, en contraposición al amor, el sexo siempre ha sido visto como algo sucio e inmoral, casi como el reverso tenebroso de la misma moneda. Un tabú que ha llegado incluso a nuestros días, aunque con una fuera mucho menor. El sexo es una forma de amor, o eso defienden los que han encontrado en él ese mismo impulso y motivo para seguir adelante. Puede parecer algo vacío y demasiado superficial, pero no tiene nada que ver con eso. Es una muestra física de afecto, deseo y atracción, y no tiene por qué ser menos que el propio amor que sintamos. Y eso significa que también amor y sexo pueden ir de la mano. Es lo ideal, de hecho, sobre todo en relaciones ya afianzadas. Hay personas que tienen sexo cuando están enamoradas y otras muchas que prefieren el sexo sin amor, solo por puro placer, para evitarse líos y problemas. Son dos opciones válidas y hoy por hoy aceptadas por todo el mundo pero, ¿qué dice la ciencia sobre esto? ¿Se disfruta más el sexo con amor o solo por placer?

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El sexo, un tabú durante mucho tiempo

Y es que parece mentira, pero el sexo ha sido utilizado durante mucho tiempo como un tabú, como una forma de control, por parte sobre todo de élites religiosas. Algo tan natural y hermoso como tener relaciones, con motivo reproductivo o con cualquier otro objetivo, se convirtió en sucio por culpa del sesgo moral de la religión. Así, el sexo pasó de ser un divertimento habitual a verse como algo sucio, un pecado. Y este sesgo se ha mantenido durante mucho tiempo, logrando que incluso llegue a nuestros días la sensación de que el sexo es algo malo. O al menos algo que debemos mantener en privado, porque es muy íntimo. Las cosas están cambiando, pero es cierto que todavía queda para entender que el sexo y el amor son perfectamente compatibles pero tal vez necesiten ser irremplazables el uno con el otro.

Solo pasión y diversión

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Las nuevas generaciones han entendido que el sexo no debe ser visto como algo sucio ni depravado. De hecho, ese sesgo ya está desapareciendo, a la vez que la religión va perdiendo cada vez más peso en nuestra sociedad occidental. ¿Qué hay de malo en disfrutar de un poco de sexo por diversión? No estamos hablando de algo irresponsable, como no tomar medidas de prevención para evitar embarazos o enfermedades de transmisión sexual. Es simplemente entender que dos personas que se atraen pueden terminar acostándose, sin que haya más que ese deseo de por medio, y no hay nada malo en ello. Es así como las cosas están empezando a virar hacia una visión mucho más desenfadada del sexo, apoyada también en la libertad que aportan los preservativos, por ejemplo.

El sexo casual está más de moda que nunca, y eso es algo que podemos comprobar en el éxito de aplicaciones como Tinder o Grindr, especializadas en unir perfiles para sexo de una noche. Hay muchas personas que buscan ese tipo de relaciones porque están en un momento de su vida en el que no quieren nada más. De hecho, ni siquiera consideran necesario que haya cierta confianza con otra persona para acostarse con ella. Puede acabar de conocerla y sentir ese impulso de disfrutar del sexo, y si los dos están de acuerdo… Al final, el sexo es pura química, y esta se puede comprobar a través de un beso. Puedes llevarte horas, semanas, meses hablando con alguien, y el primer beso, o el primer polvo, romperá por completo la magia.

La conexión emocional es imprescindible

Y aun existiendo estos casos, y siendo no pocos los que se lanzan a disfrutar del placer sin crear ningún tipo de conexión emocional con sus parejas sexuales, esta parece imprescindible. De hecho, no es que sea necesaria, es que según la ciencia no podemos disfrutar del sexo con una persona con la que no estemos al menos mínimamente conectados emocionalmente. Es como una condición imprescindible si queremos que ese polvo en el baño de la discoteca sea realmente excitante. Podemos engañar a nuestro cerebro, pero al final las cosas son como son. ¿Requiere el sexo de verdad entonces un tiempo estipulado de conocimiento por ambas partes? En realidad no, ya que hay personas que pueden conectar con otras con una simple conversación, o incluso con un baile, un beso o una caricia.

Esa conexión existe, y aunque parezca efímera, en ese momento es real y eso es lo que importa. Hay quien piensa que el sexo en pareja, con la persona a la que amamos, es el único que vale la pena, aunque en realidad la ciencia es incapaz de aseverar algo así. Está claro que desarrollamos algo muy intenso por esa persona, y que además es recíproco. Tenemos sexo con alguien porque lo amamos, pero también lo amamos porque tenemos sexo con esa persona. De hecho, las relaciones entre follamigos o amigos con derecho a roce suelen terminar mal porque parece inevitable que uno acabe enamorándose del otro. Y es que el sexo nos permite abrir las compuertas químicas de eso que llamamos amor, de una manera más segura que hacerlo al revés, cuando nos enamoramos sin que haya sexo antes.

Las prostitutas, profesionales del placer

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Si hay alguien que sabe de eso del sexo sin amor son las prostitutas. Expertas en la pasión, en hacer disfrutar a los hombres sin que haya ningún tipo de conexión. ¿Cómo se explica eso entonces, después de todo lo que hemos visto? Al igual que los magos, las escorts son profesionales con mucha habilidad para conseguir que otras personas sientan o piensen lo que ellas quieren. No vamos a decir que nos engañen, pero desde luego sí que utilizan su talento para crear una falsa afinidad con cada uno de los clientes. Hacerles sentir especiales, conseguir que ese rato que pasan con ellas sea diferente y especial, único… Los sentimientos se dejan a un lado, y el placer se vuelve algo casi mecánico, matemático, para ellas. Tener que entregarse muchas veces al día con todo tipo de clientes las obliga a tomarse las cosas de esa manera.

Max