El 26 de abril de 1986 es una fecha que ha quedado grabada a fuego en la mente de millones de personas. En este día tuvo lugar la que posiblemente sea una de las catástrofes más famosas y devastadoras de todos los tiempos: el accidente nuclear de Chernóbil.
La magnitud de este desastre se ha extendido hasta nuestros días y las heridas que produjo tanto a nivel humano como medioambiental están lejos de cicatrizar. Sin embargo, la naturaleza no se detiene ante nada y más de treinta años después del desastre sigue abriéndose paso entre las construcciones de Pripyat/, una ciudad detenida en el tiempo que se ha sumergido en el olvido.
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El accidente nuclear.
Todo se debió a un mal diseño de la central nuclear, a un desconocimiento de las medidas de seguridad y, por supuesto, a una mala ejecución por parte de los operarios.
En la madrugada del 26 de abril, el reactor número 4 de la central explotó al llevarse a cabo un experimento fallido causado por la formación de una nube de hidrógeno dentro del núcleo. La planta se incendió y se produjo una gran emisión de productos de fisión que alcanzaron rápidamente la atmósfera y, con ello, la explosión fue inminente y sus alcance devastador.
La hecatombe de la explosión no vino sola ya que seguidamente se produjo un terrible incendio que liberó toda clase de sustancias radioactivas.
Los bomberos y el personal sanitario acudían en masa al lugar que pronto se convertiría en su propia tumba, e infinidad de ciudadanos atraídos por la curiosidad se acercaban a la central ajenos al hecho de que con cada paso que daban más perjudicial era el aire tóxico que respiraban. Según algunos habitantes de la zona que vivieron la catástrofe de cerca, era como si una lluvia invisible atravesara los poros de su piel.
Prípiat, el pueblo que quedó congelado en el tiempo.
En cuanto las autoridades se dieron cuenta de lo que ocurría, las cientos de familias que habitaban en la ciudad de Pripyat se vieron obligadas a abandonar sus hogares de forma repentina. Infinidad de camiones transportaban a hombres, mujeres y niños lo más lejos posibles del lugar de los hechos.
Mientras estas familias se alejaban de sus hogares con lo puesto eran ajenos al hecho de que jamás volverían a sus casas, pues la ciudad ya estaba contaminada y se convertiría en una zona restringida en los años venideros.
Camas deshechas, cocinas con la cubertería sobre la mesa, un colegio con material escolar aún en las aulas… Actualmente, muchos de esos edificios y casas siguen tal cual los dejaron sus dueños el día en el que tuvieron que exiliarse para siempre de Pripyat.
Mutaciones de animales.
A lo largo de todos estos años los efectos de la radiación causada tras la explosión de la central han hecho mella en los animales que siguen viviendo en Chernóbil. El cáncer y las mutaciones no sólo han afectado a personas y animales que vivieron en la ciudad durante la catástrofe sino que estos efectos se han traspasado a sus descendientes.
Del mismo modo, la radiación que afecta a Chernóbil ha dado paso a nuevas especies de animales y plantas nunca antes vistas.
Los habitantes actuales de Chernóbil.
A pesar de lo peligroso que resulta, Chernóbil cuenta en la actualidad con alrededor de 500 habitantes que, aún sabiendo los graves efectos negativos que puede causar la radiación en su cuerpo, plantan cara al desastre y hacen vida allí.
Cultivan en el suelo contaminado, trabajan para sí mismos y duermen respirando el aire que nadie querría tener en sus pulmones. Y si bien es cierto que hay zonas con un nivel de radiación bastante inferior a lo que encontraríamos en las proximidades de la central, es difícil entender la situación que ha podido llevar a esas personas a vivir allí.
Entre los habitante de Chernóbil actuales podemos encontrar a infinidad de ancianos que se niegan a abandonar sus hogares a pesar de tener que vivir desafiando a la radiación.
El futuro de la ciudad.
A día de hoy se quiere convertir a Chernóbil en una gran fuente de energía solar. Las compañías Enerparc y Rodina Energy Group están interesadas en construir una planta solar fotovoltaica de 1MW de potencia cerca del lugar en el que tuvo lugar el desastre. Sin embargo, si te preguntas cuándo podrá volver Chernóbil a ser habitable me temo que deberán pasar cientos de años para que la radiación baje a un nivel en el que se pueda pasear tranquilamente por las calles de Pripyat sin correr ningún tipo de riesgo.